Las fronteras que separan países, hoy se desvanecen y se entremezclan gentes, costumbres, comidas, olores y hasta palabras que van mutando hasta hacerse funcionales a varios idiomas, los limites sociales o religiosos se contemplan de modo diferente, no son una certeza
Hoy en día las grandes ciudades, poco se diferencian unas de otras, estas urbes contienen cantidad de personas que han llegado de algún lugar cercano o no y que traen consigo sus marcas más preciosas para poder diferenciarse del resto y así reconocer sus raíces.
Estamos globalizados, conectados, y tenemos pequeños mundos que compartimos con casi todos, recortamos la intimidad y la ofrecemos a las redes sociales que nos canibalizan (antropofagia a medias, ya que no siempre consumimos lo mejor del otro).
Estos fenómenos urbanos se distribuyen por todo el mundo, a diestra y siniestra generando nuevos mapas o cartografías, que de forma rizomática, se extienden y recorren territorios que atraviesan hasta la imaginación del más osado.
Es un momento de inclusión, de acercarnos al otro, de aprender y disminuir las diferencias, de buscar la esencia. Impresiones de viaje en subterráneo en la ciudad de Nueva York, Marzo de 2013.
Graciela Scacciaferro
Curadora
[1] Oswald de Andrade (poeta brasileño) Manifiesto Antropofágico. Escrito por Oswald de Andrade, como teórico del Movimiento Modernista. Con frases impactantes, el texto re-elabora el concepto euro-céntrico y negativo de la antropofagia como metáfora de un proceso critico de formación de la cultura brasileña. Si para el europeo civilizado el hombre americano era salvaje, es decir, inferior porque practicaba el canibalismo, en la versión positiva e innovadora de Andrade, justamente esa índole caníbal permitía, en la esfera de la cultura, la asimilación critica de las ideas y modelos europeos. Como antropófagos somos capaces de digerir las formas importadas para producir algo genuinamente nacional, sin caer en la antigua relación modelo/copia que dominó una parcela del arte del periodo colonial y el arte académico brasileño de los siglos XIX y XX. “Solo interesa lo que no es mío. Ley del hombre. Ley del antropófago,” clamó el autor en 1928.
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