Y también pasó en mi ciudad, como seguramente también ocurrió en la tuya, o en el conurbano, o en Santiago del Estero, o en Tierra del Fuego, etc.
¿Pero, qué lleva a la humanidad a cometer actos, que a nosotros mismos nos resultan aberrantes? Seguramente sea tema de análisis profundo para un filántropo/a, antropólogo/a o psicoólogo/a social... Lo cierto es que la violencia está, y los conflictos que subyacen a esta, son de lo más diversos también.
En mi ciudad ocurren habitualmente tiroteos, se rumorea y a veces la misma policía confirma, que se trata de conflictos por narcomenudeo, violencia doméstica, ajustes de cuentas, etc.
Periodistas, investigan el supuesto robo de una suma importante de dólares, a una persona que define políticamente los destinos de esta ciudad, y que eso, recae en enfrentamientos entre punteros, que claro está, resuelven a los tiros, sí, como en el far west. No importa la hora, el lugar, ni ellos mismos se importan. Sólo una cosa se sabe. "Están jugados".
Fué un domingo 6 de Octubre de 2019 cuando grupos antagónicos se enfrentan en las calles de un popular barrio de mi ciudad, a los tiros, con tumberas (armas de fabricación casera), por la tarde, a la hora de la siesta. A unos 200 metros, un hombre cuidaba de su sobrino, que pocas veces salía a jugar fuera de la casa debido a la peligrosidad del barrio.
Luciano, de 8 años de edad, habitualmente un gran compañero de su mamá, que tenía un papá del corazón, que asistía habitualmente al templo de su iglesia, esa tarde andaba en bicicleta, sin alejarse de su casa y a la vista constante de su tío. De pronto, Luciano se desplomó. Su tío no entendía nada. Y es que una de las balas de aquel tiroteo, viajó hasta su cabecita. Al día siguiente Luciano tenía muerte cerebral, y el martes 8 de octubre, temprano, falleció en el hospital.
El jueves siguiente se realizaron jornadas institucionales en las escuelas para intentar abordar el tema que atravesó la sensibilidad de cada uno de los habitantes de esta ciudad. Y surgieron actividades dignas de ser mostradas en todos lados. A mí me tocó cerrar la actividad de mi escuela, donde asisten adultos de todas las edades, que se encontraban desconcertados y tristes por no saber qué más pasará. Incluso, estudiantes que conocían a Luciano. Intentamos encauzar sus pensamientos hacia reflexiones positivas. Y esta enriquecedora actividad, la cerré con un escrito, que surgía en mi cabeza mientras caminaba en ese sepelio. Lo comparto:
GLOBOS BLANCOS
Globos blancos, que están aquí.
Globos blancos, que deberían celebrar.
Globos blancos, para pureza simbolizar.
Globos blancos, hinchados de angustia.
Globos blancos, con el nombre de un niño ajeno a lo corrupto.
Globos blancos, que serán tu sinónimo.
Globos blancos, con los que deberías jugar.
Globos blancos, manchados de lágrimas y errores.
Globos blancos, levantados y agitados por un pueblo con desdicha.
Globos blancos, que adquieren un nuevo significado.
Globos blancos, que no debieron ser esto.
Globos blancos, que dicen basta.
Globos blancos, para detener lo estúpido.
Globos blancos, ofrendados en un cementerio.
Globos blancos, para que tu muerte no sea en vano.
Globos blancos, para recordar tu dulce rostro.
Globos blancos, en tu nombre, y en el de nuestro futuro.Escrito desde el dolor y desde el miedo, de pensar que le podría haber tocado a cualquier niño inocente, incluso a mis hijos, hoy comprendo que trabajar en una escuela conlleva un gran compromiso. Como docente y como adulta de esta sociedad que hoy nos toca, sé que podemos ser formadores directos o indirectos de generaciones futuras, a través del ejemplo y del testimonio. He ahí la importancia de abordar un hecho transversal desde la escuela, para evitar odios y generar consciencia.